… te sonará familiar si tienes o has tenido hijos que adoran a Barney… quién me hubiese dicho a mí que el fulano dinosaurio morado iba a ser parte algún día una de mis reflexiones…!
Resulta que el domingo pasado, con motivo de mi cumpleaños, estaban aquí las “tres divinas personas”: Martha, Sebastián y Juan Pablo (ese nombre se lo puso mi mamá porque Alejandra los menciona incesantemente y siempre en cadena… Tematián, Mata, Papabio… Mata, Tematián, Papabio,… Papabio, Mata, Tematián…nunca falta uno…). La cosa es que le pusimos musiquita a los niñitos y resulta que al Sebastián en un acto de caballerosidad sacó a bailar a Ale… Martha y yo estábamos de infarto de ver a nuestros hijitos agarraditos de la mano dando vuelticas… pero ahí no termina la cosa. Sebastián decidió “armar la rumba” y sacó también a “los preferidos” (Martha y Javier), estaba yo diciéndole a Juan Pablo… “nada, y nosotros somos chopped liver” cuando me sacaron a mí (Chacha) y Ale vio a “Papabio” muy solo y lo incorporó al movimiento…
Pues si, ahí estábamos un poco de treintones-cuarentones haciendo la rueda con dos piojitos de veinte meses al ritmo de “te quiero yo y tú a mi” y de “estrellita dónde estás?”… la cosa estaba de filmarla pues.
Pero el asunto es como los niños unen a las personas y hacen la vida mucho mas trascendente… y de pronto un día cualquiera lo convierten en un día para recordar y de pronto una canción cualquiera cobra un nuevo sentido. Gracias Alejandra, gracias Sebastián… yo también los quiero.
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