… no, no se trata de la fábula de Esopo. Se trata de una reflexión que me ha sacado muchas lágrimas pero que agradezco infinitamente que haya ocurrido pues me permitirá corregir el rumbo.
Resulta que me dí cuenta que los días con mi adorada hija se me pasaban en un eterno pugilato porque ella hiciera las cosas como y cuando yo quería. Tenía un pastel en la cabeza en cuando a crear hábitos y girar más órdenes que un general. Y lo más triste de todo era que mi sueño dorado, ser mamá y poder estar con mi hija se me estaba convirtiendo en mi peor pesadilla… te podrás imaginar la culpa, no?
Total que el otro día me cayó la locha pues… yo soy una liebre y mi hija es una tortuga. Cuál de los dos animales es mejor, o más bonito, o más valioso… los dos por igual, verdad? Simplemente que viven la vida con distintos ritmos! Y es que me di cuenta que yo vivo como a 100 Km. por hora y que Alejandra no tiene ningún apuro. Se da su tiempo para adaptarse e integrarse a las actividades, ambientes y personas, es introvertida, observadora… nada es más importante que lo que está sucediendo en ese preciso instante.
Esta “revelación” ocurrió mientras estábamos en un evento que se llamaba “toca un camión” en el que había camiones de todo tipo (grúas, jeeps, camiones de bombero, camiones de volteo, camiones de transporte…) y también un colchón saltarín… resulta que después de pasar rápidamente por cada camión a Ale le tomó como 10 minutos decidir meterse en el colchón saltarín y como íbamos “tarde”, hubo que sacarla antes que empezara a disfrutar… entonces la eterna historia: lloro, no quiero caminar, cárgame, yo quiero brincaaaaaaaaaaar…
Qué importaba ver bien 2 camiones y que ella pudiera disfrutar de brincar? Cuatro letras: N-A-D-A. Todos hubiésemos disfrutado mucho más.
Sé que es imposible llevar este ritmo en todas las ocasiones porque en la vida real el tiempo apremia, es un recurso escaso; pero tengo unas cuantas invitaciones:
1. A que nos demos cuenta de si estamos permitiendo que nuestros hijos vivan a su propio ritmo o si los estamos atropellando.
2. A que la próxima vez que sintamos la urgencia de apurarnos nos detengamos por unos instantes a pensar… realmente importa si me retraso 30 minutos o dejo de hacer algo de la agenda?
3. A aprender a disfrutar el presente
4. A reflexionar sobre si somos tortugas disfrazadas de liebres
5. A aprender a ser consecuentes con nuestra naturaleza
Buena suerte y hasta la próxima,