miércoles, 14 de enero de 2009

Vuelta a los valores… (Parte I)

En todo este tiempo desde que era estudiante de psicopedagogía, pasando por psicología y hasta hoy que soy mamá, he notado ciertas consistencias en la literatura referente a la crianza de los hijos.

En la gran mayoría de los artículos y libros que he revisado recientemente se hace énfasis en volver a los valores. Detrás de cada sugerencia, técnica, procedimiento, receta o como lo quieras llamar, se puede leer entre líneas que lo importante es que el adulto enmarque todas sus acciones en un sistema de valores y que sea consistente. Si bien es cierto que hay tendencias que van y vienen, lo que sigue son algunos aspectos que hemos leído hasta en la biblia

1. “Honrarás a tu padre y a tu madre”: Como dice Wendy Mogel, autora del libro The Blessing of a Skinned Knee, “tus hijos no necesitan otro par de amigos altos. Ellos tienen sus propios amigos, y todos son más chéveres que tú. Necesitan unos padres.” (2001. P.62). Esto no significa que necesitan unos ogros; no hay que confundir ejercer la paternidad con ser alguien serio, aburrido, temible, autoritario… Necesitan personas adultas amorosas, que les pongan reglas, les den consistencia y estabilidad a su mundo, alguien a quién acudir cuando no sepan qué hacer, alguien a quién imitar y admirar. Juega con tus hijos, diviértete con ellos. Esa es la mejor manera de acercarte a ellos.

2. Corto, Claro y Repetido: Esto funciona para todas las edades (y hasta para los esposos(as)!). El sermón NO FUNCIONA. En el asunto de la disciplina hay que recurrir a las técnicas de publicidad y mercadeo. Cuando vayas a decir algo piensa como si fueras a hacer un comercial de televisión, en un slogan, una frase contundente, fácil de recordar, fácil de entender. Sería ideal siempre tener tiempo para conversar, argumentar y convencer, pero con demasiada frecuencia ocurre todo lo contrario y por no tener tiempo para el sermón, podemos estar dejando pasar por alto cosas importantes. Tener influencia sobre nuestros hijos es algo que requiere de una planificación magistral… Por ejemplo, si sabes que mañana tu hijo va a encontrarse con alguien con quien pelea mucho por los juguetes, tu puedes comenzar desde hoy a decirle como una grabadora: “Si Fulanito te empuja, tú le dices “NO! Y me vienes a buscar”, o también, “Si no te prestan el juguete, esperas tu turno o juegas con otra cosa.” luego tú le dices el comienzo y que tu hijo termine… hasta que se lo aprenda como un lorito. Créeme que funciona. Paciencia y consistencia son las claves.

3. “El que mucho abarca poco aprieta”: No pretendas corregirlo todo, o al menos no todo al mismo tiempo. Te cansas, pierdes eficacia, y terminas por darte por vencido. No es igual de importante si las medias combinan con la franela que cepillarse los dientes antes de salir, cierto? Así que antes de hacer cualquier corrección piensa si de aquí a dos años va a ser importante todavía. Si la respuesta es SI, entonces habla. Además, si pones demasiadas reglas para absolutamente todo, tu hijo puede en algún momento sentirse inseguro y perder independencia o podría también rebelarse. Ser tan estricto tampoco es bueno para ti, pues te imaginas que para todo tuvieses que dar aprobación?

4. “Pórtate bien”: o en su otras versiones, “no te portes mal”, “te portaste muy bien”, “te portaste muy mal”… habrá algo más vago que eso? Tú te imaginas todas las cosas que pueden pasar por la cabeza de tu hijo en relación con esa instrucción o comentario? Será que me quedé sentado? Será que hablé? Será que juegue? Será que coma o que no coma? … La más bien intencionada de las frases caerá en el mar del olvido, perderá su efecto y tu hijo pasará a ser un “desobediente” siempre que no especifiques a qué te refieres. En cada situación, en cada contexto, portarse bien es algo diferente. Asegúrate de comunicar a tu hijo qué esperas de él en forma concreta o por qué lo estás felicitando o corrigiendo. Por ejemplo:
- Si fueron a comer a casa de unos amigos y tu hijo se portó “de maravilla” dile: “qué bien cómo te quedaste sentado, usaste tus cubiertos y probaste una comida nueva”;
- o antes de irte al trabajo dile: “acuérdate, cuando llegue tienes que haber hecho la tarea para yo revisarla y dejar tus juguetes recogidos.”; en lugar de “pórtate bien”…
- o al corregirlo no le digas “te portaste malísimo”. Especifica la conducta inadecuada y su consecuencia: “como no recogiste los tacos cuando te lo pedí, ahora los voy a guardar por unos días.”

Bueno, para hacer honor a mi recomendación No. 4 de este post, seguimos con más sobre los valores en la próxima entrega.

Buena suerte!


Fuentes:

Gillies, B. 50 Easy Ways to Be a Fantastic Parent. Consultado el 14/01/2009 en http://www.parents.com/parents/printableStory.jsp?storyid=/templatedata/parents/story/data/1226611856261.xml

Mogel, W. (2001). The Blessing of a Skinned Knee. New York: Scribner.

Reilly, K. 6 Resolutions for Better Toddler Behavior. Consultado el 14/01/2009 en
http://www.parents.com/toddlers/development/behavioral/better-toddler-behavior-resolutions/?sssdmh=dm17.355289&esrc=nwpcb27_09&email=1210322184

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